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NUEVOPedro Upegui Franco -
NUEVOClaudia Coronado Aguirre -
NUEVOINMA RODRÍGUEZ -
NUEVOSILVIA ELORRIAGA RIQUELME -
NUEVOLara Martínez -
NUEVOC. A. MOYA; KASIA KOZAKIEWICZ -
NUEVOClaudia Di Cesare -
NUEVOXAVIER SENENT; GREE -
NUEVOMaría Isabel, Álvaro Aracil Requeni -
NUEVOALICIA ORTEGA MORENO -
NUEVOMARIA REÁTIGA URREA -
NUEVOCatalina Quiroga -
NUEVOMercedes Bulnes -
NUEVOMAMEN CARMONA JIMÉNEZ -
NUEVOHILDA MARIA PINZON -
NUEVOFERRAN PASTOR VILA -
NUEVOROCÍO GONZÁLEZ; CLOTI LÓPEZ -
NUEVOBLANCA OLIVAN LAFUENTE -
NUEVOIGLESIAS GONZÁLEZ, ANA BELÉN -
NUEVODEBORAH SEGURA -
NUEVORocío Vallecillos Díaz, Rocío Gómez Moral -
NUEVOANIA PONCE -
NUEVOANTEIA SHINEROSE -
NUEVOJaime Arbeláez, Claudia Ferosa -
NUEVONELLY GIRALDO GIL -
Sale!
PROMOAnnie Ernaux se esfuerza aquí por reencontrar los diferentes rostros y la vida de su madre, muerta el 7 de abril de 1986, al término de una enfermedad que había destruido su memoria y su integridad intelectual y física. Ella, tan activa, tan abierta al mundo. Búsqueda de la existencia de una mujer, obrera, luego comerciante ansiosa por mantener su nuevo estatus y por aprender. Puesta al día, también, de la evolución y la ambivalencia de los sentimientos de una hija por su madre: amor, odio, ternura, culpabilidad, y, por último, apego visceral a la anciana disminuida.
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PROMO«Mi madre sufrió la enfermedad de Alzheimer a principios de los años 80. Finalmente tuve que ingresarla en una residencia de ancianos. Siempre que volvía de mis visitas, necesitaba escribir sobre ella, sobre su cuerpo, sus palabras, el lugar donde se encontraba. No sabía que aquel periodo me conduciría hacia su muerte, en 1986.»
«No he salido de mi noche» son las últimas palabras escritas por la madre de Annie Ernaux. Contienen todo el dolor de una mujer en el comienzo de su enfermedad y simbolizan el largo y doloroso trayecto que se anuncia para el enfermo de Alzheimer y su familia.
«Al hacer públicas estas páginas, las revelo tal y como fueron escritas, fruto del estupor y el trastorno que entonces sentía yo. No he querido modificar nada al transcribir aquellos momentos en que me quedaba junto a ella, fuera del tiempo, de todo pensamiento. Había dejado de ser la mujer que había conocido, que velaba por mi vida, y sin embargo, bajo ese rostro inhumano, por su voz, sus gestos, su risa, era mi madre, más que nunca.»